Querida Ángela: Te escribo esta carta esperando que estés bien y para contarte mi problema. Tengo 28 años y hace cuatro meses me casé con un hombre maravilloso que me aceptó a pesar de ser madre soltera. Yo fui madre adolescente, tuve a mi hija cuando tenía 15 años y aunque recibí todo el apoyo de mi familia, fue muy difícil para mí salir adelante.

Por fortuna pude estudiar e incluso hacer una carrera, lo que me ha ayudado a tener una vida más o menos estable.

Mis padres fueron demasiado buenos conmigo, ya que el padre de mi hija no quiso saber nada de nosotras hasta hace como cuatro años, cuando nos empezó a buscar y apenas está empezando a entablar una relación con ella, pero mi hija todavía no lo ve a él como una figura paterna, de hecho fue mi propio padre quien asumió ese rol.

Mi hija tiene ahora 13 años, y está entrando en la famosa edad “de la punzada”. Había sido una niña muy tranquila y siempre me traía buenas calificaciones de la escuela, pero como usualmente ocurre, se le ha despertado la rebeldía y para mí es cada día más difícil controlarla.

También empezó a salir con un compañero de su salón, que parece un buen muchacho, pero por mi trabajo ellos pasan mucho tiempo solos en la casa. Incluso, una vez mi papá me habló muy molesto porque dijo que llegó un día sin avisar y los encontró en mi recámara, aunque nada más estaban viendo la televisión, parecía que tenían toda la libertad para hacer otras cosas.

He tratado de hablar con ella para tratar de orientarla para que no vaya a cometer una estupidez, pero una vez ella me dijo que yo no tenía por qué andarle diciendo nada, si yo a su edad seguramente ya había hecho cosas con mis novios, si no, por qué había salido embarazada.

Me quedé sin habla cuando me dijo eso, porque sé que tiene razón y no sé qué hacer, ningún argumento que le dé va a servir. No le puedo decir que no salga embarazada porque va a arruinar su vida, será como decirle que ella me la arruinó a mí. Siento que no tengo cara para pedirle nada y temo que vaya a cometer un gran error.

Madre adolescente

Querida Madre Adolescente:
No es tarde para que endereces la conducta de tu hija. La adolescencia es quizá la etapa más difícil para los seres humanos, pues es cuando nuestros ídolos se caen del pedestal y empezamos a verlos tal cual son.

También en esta etapa es cuando sentimos curiosidad por experimentar en aquellos aspectos que antes ni siquiera imaginábamos que existían, esto es un hecho y nada puedes hacer para evitar que tu hija sienta esas inquietudes.

El tipo de vida que habías llevado como madre soltera enfrente de tu hija fue tal vez lo que le dio a ella la imagen de lo que era correcto, pues no puedes construir una alberca, sumergirte en ella y luego prohibirle a tu hija que entre a nadar. Lo mejor que puedes hacer es enseñarle cómo hacerlo e incluso ofrecerle incentivos si logra no ahogarse en ella.

Si tu hija está decidida a tener relaciones con su novio, nada que puedas hacer o decir va a impedirlo, y menos en estos tiempos cuando parece que quien no lo ha hecho es tachado como un perdedor o mojigato.

No gastes saliva citándole toda la lista de “infortunios” que le traería un embarazo a esa edad, mejor háblale de las ventajas de planear una vida completamente a su gusto, sin compromisos ni ataduras.

Podrá ir a fiestas, de viaje, conocer a otros muchachos, hacer más amigos, estudiar en el extranjero, etcétera. A los jóvenes les interesan todos estos puntos. Debes conocer cuáles son los sueños de tu hija, qué es lo que quiere para su futuro, y con base en eso, armar tus argumentos. Prométele que si se esfuerza, tú la vas a apoyar para conseguir todo eso, porque estoy segura que ser madre adolescente no es uno de sus planes. Apuéstale a lo positivo.